martes, 24 de noviembre de 2015

Por el amor que me habita

         IV

Le pertenezco a esta tierra
que recibió mis primeros pasos.
Aunque antes hubo ancestros
que los iniciaron.
Le pertenezco a estos cielos,
cielos claros nítidos
de montañas
que te llevan al cielo
de una escalada.
Le pertenezco a la luna llena,
sobre todo a ella,
redonda, enorme, luminosa,
como siempre,
en mi bóveda de estrellas.
Le pertenezco a la lluvia,
a los truenos que retumban
en los cerros,
a esa lluvia que alivia
después de meses de agonía.
Le pertenezco al amanecer,
con sus trinos mágicos y
colores dibujados.
Y al aire profundo de marzo.
Le pertenezco al viento,
que hace piruetas con las hojas
del otoño, las desparrama
las revuelca y al aire las arroja.
Le pertenezco al ocaso,
ése que bordea de oro
el Aconcagua y marca
al abrazarlo el sol
los caminos que me elevan.
Le pertenezco al universo
que me rodea,
no me encierren en una cripta,
mis amigos me esperan.  

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